Diamela Eltit / Gonzalo Díaz

5 Min de Lectura

Enrique Astudillo Álvarez. 51 años

Ramón Astudillo Rojas. 27 años

Omar Astudillo Rojas. 19 años

Miguel Brandt Bustamante. 19 años

Carlos Hernández Flores. 39 años

Nelson Hernández Flores. 32 años

Oscar Hernández Flores. 30 años

José Herrera Villegas. 17 años

Sergio Maureira Lillo. 46 años

Sergio Maureira Muñoz. 27 años

José Maureira Muñoz. 26 años

Segundo Maureira Muñoz. 24 años

Rodolfo Maureira Muñoz. 22 años

Manuel Navarro Salinas. 20 años

Iván Ordóñez Lama. 17 años

Estos 15 campesinos fueron apresados en octubre de 1973, en Isla de Maipo, y asesinados por los carabineros Marcelo Iván Castro Mendoza, David Coliqueo Fuentealba, Justo Ignacio Romo Peralta, Félix Héctor Sagredo Aravena, Jacinto Torres González y Pablo Ñancupil Raguileo. Sus restos fueron encontrados en los hornos de Lonquén en 1978 gracias a un campesino que acudió a la Vicaría de la Solidaridad que, de inmediato, puso en marcha una acción de reconocimiento que marcó un antes y un después para muchas familias a las que se les negó la certeza de la detención y ausencia de sus familiares. Después de Lonquén se impuso la condición de Detenido-Desaparecido. Los hallazgos de los cuerpos o de los restos de sus cuerpos, muy trágicos, fueron un punto de quiebre que permitieron abrir una compuerta expresiva mucho más pública y que, de manera iniciática, organizó los signos de una oposición e impulsó acciones antidictatoriales.

En enero de 1989, el gran artista Gonzalo Díaz mostró en la galería “Ojo de Buey” una de sus obras más significativas: “Lonquén 10 años”. Me quiero detener en ese trabajo porque fue un hito, desencadenó y desencadena una conmoción artística pues esta obra se generó desde su imaginario estético y poético, construida a partir de un sueño lúcido y con la presencia simbólica de su construcción pedregosa de Lonquén. Él escribió: “oscuridades fragmentadas que hilvanamos para iluminar un hecho, un lugar exacto, un episodio, una escena nocturna de puro horror”. Así consiguió poner de manifiesto una relación plena entre arte y política o una política del arte organizada mediante finos y múltiples sentidos que invadieron, se bifurcaron, se expandieron.

Existen numerosos acercamientos a esta obra. Analíticas inteligentes y necesarias, citas de arte, atención a importantes materiales que configuraron el conjunto del trabajo. Pero, desde luego, un hecho primordial son los 10 años de Lonquén, el tiempo de Lonquén, el sufrimiento, los crímenes, la represión, la lenta reorganización del NO a la dictadura que después de 17 años se preparaba para emerger

En “Lonquén 10 años”, uno de los sentidos posibles de la obra de Gonzalo Díaz es la impunidad. Es un hilo posible porque los carabineros asesinos habían sido indultados por la amnistía decretada por la dictadura encabezada por Pinochet. Allí estaban después de una década sin cargo alguno.

Quizás nosotros habíamos naturalizado la impunidad, quizás pensamos que era parte del régimen, es posible que dejáramos sin poder alguno a los tribunales internacionales. Pero la obra de Gonzalo Díaz abrió un surco memorioso ineludible. Volvió atrás, se instaló en el presente y generó una advertencia al futuro. Mostró y demostró cómo las obsesiones estéticas pueden perforar los tiempos.

Pienso que es necesario recordar aquí que los carabineros asesinos de los campesinos fueron condenados el año 2017. Pasaron 44 años. Pero Lonquén no se olvida, transcurre como si fuera ayer para muchos de nosotros. Lonquén fue una tragedia. Campesinos tirados en un antiguo depósito de cal viva.

Gonzalo Díaz ha muerto. Su presencia formó y forma parte crucial de mi generación, unidos en un común recorrido. Su polifacético trabajo de arte recorrió los imaginarios culturales o quizás habría que decir con un mayor énfasis: su trabajo de arte habita y habilita el arte.

“Lonquén 10 años” es memoria. Desde el arte Gonzalo Díaz construyó una obra suprema. Hoy mismo con el advenimiento de la extrema derecha, admiradora de Pinochet y de los violadores de Derechos Humanos, parece necesario advertir que la cal viva es extremadamente dañina si se acerca a los cuerpos sin una protección adecuada.

Gonzalo Díaz no ha muerto.

*Diamela Eltit, escritora, Premio Nacional de Literatura, 2018.

**Este texto fue escrito por la autora para el Portal Socialista.

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