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Portal Socialista > Contenido > Política > Pensar la actualidad > Roberto Pizarro Hofer / Crecimiento económico sin dirección es inútil
DestacadosPensar la actualidadPolítica

Roberto Pizarro Hofer / Crecimiento económico sin dirección es inútil

11 julio 2025
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18 Min de Lectura
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El crecimiento se considera la solución a todos los males de Chile. Se ha convertido en la obsesión de empresarios, políticos y economistas, de todos los signos. Curiosamente, sin embargo, antes de 1990 la principal preocupación de los opositores a la dictadura era el desarrollo. Se criticaba el modelo económico instalado por el pinochetismo, porque el crecimiento era lo fundamental y lo social venía por derrame.

Alejandro Foxley, en su momento, criticó vigorosamente el modelo económico instalado por Pinochet y los Chicago Boys, por su “creencia ingenua en el libre mercado no regulado”, cuestionando precisamente la “total ausencia de una concepción global del desarrollo” (1). Posteriormente, como ministro de Hacienda y luego canciller de la Concertación, su discurso cambiaría, valorando la concepción de crecimiento que se había instalado en el país.

Desde hace décadas, entonces, el crecimiento se confunde con desarrollo; y no es solo la derecha y sus economistas la que confunde. Todos o casi todos lo hacen. El propio expresidente Ricardo Lagos, militante socialista, en un seminario empresarial, en 2017, sentenció que “la tarea número uno de Chile es crecer, y todo lo demás es música” (2).

Desde luego los empresarios lo aplaudieron a rabiar y los músicos se sorprendieron por este desprecio al aporte que su arte ha hecho a la construcción de belleza y a alimentar el desarrollo humano, a lo largo de la historia. 

Los biólogos se asustaron con la afirmación de Lagos, porque temen un serio riesgo para los seres humanos cuando el crecimiento es desequilibrado. Para la salud infantil y adolescente se necesita un crecimiento armónico, porque existe un abanico de factores que interactúan, en su desarrollo: desde los genéticos y hormonales hasta los ambientales y emocionales. Por tanto, un crecimiento desequilibrado no solo afectaría el bienestar físico, sino también la salud emocional y social de los humanos.

En el ámbito económico, se utiliza el producto interno bruto (PIB) para medir el crecimiento de la producción de bienes y servicios en un período determinado. Pero, el hecho que una economía crezca no quiere decir que se desarrolle.

Ello queda en evidencia cuando observamos países cuyas economías se fundan en el extractivismo. El caso de Guinea Ecuatorial es muy ilustrativo. Con la explotación de yacimientos petrolíferos en este país, el PIB per cápita aumentó notablemente, desde 887 dólares en 1995 hasta 38.118 dólares en el año 2008; pero, la riqueza se quedó en manos de una minoría (que controla con mano férrea y corrupta el gobierno), y en las compañías internacionales. Pero, en los últimos años el PIB de Guinea Ecuatorial ya había caído fuertemente, debido al agotamiento de las reservas de petróleo. Se acabo el petróleo, creció el PIB; pero no hubo desarrollo.

El mismo fenómeno se ha repetido en la cercana Guyana, cuya economía, también recientemente, gracias al descubrimiento y explotación de abundantes pozos petroleros, ha crecido un 60% el 2002 y 33% en 2023. Pero, tampoco habrá desarrollo mientras los equilibrios económicos, sociales, territoriales y medioambientales no prevalezcan.

Entonces, lo que está más allá del crecimiento no es música, como ha dicho Lagos. Es fundamental (como la música, en realidad); y, por ello, Naciones Unidas ha construido los índices de desarrollo humano, en los que ha trabajado el Premio Nobel, Amartia Senn.

Senn señala, con propiedad, que “el crecimiento no es más que un número”, porque una tasa de crecimiento nada dice sobre desigualdades económicas o injusticias sociales (3). A su turno, el economista Stiglitz, es perseverante en destacar que el desarrollo se diferencia del crecimiento, porque este no tiene presente ni la equidad ni la sostenibilidad (4).

En consecuencia, el crecimiento no lo es todo. Requiere estar acompañado de equilibrios sociales, territoriales y medioambientales. Y, por cierto, también, de equilibrios culturales; es decir, que la música, la literatura, la pintura y, en general, el conocimiento y el arte alcancen a todos los sectores de la sociedad. Esto sí es desarrollo.

En Chile, hoy día, la economía agotada y la productividad estancada hace reaccionar con preocupación a políticos, empresarios y economistas (de variados signos), los que repiten que la solución se encuentra en el crecimiento (sin dirección) como el único camino para salvar la continuidad del modelo.

Recientemente, y a propósito de las primarias de la centroizquierda, el periodista de La Tercera, Julio Nahuelhual, le preguntó a Álvaro García, asesor económico de la candidata Tohá, si coincidía con la afirmación del expresidente Ricardo Lagos que sostenía que el gran reto de Chile era crecer y que el resto era música; y, en ese sentido qué prioridad le daba su candidata al crecimiento.

El asesor García no vaciló en responder: “Está en el primerísimo lugar de la agenda el volver a crecer. (…) el foco está puesto en crecer (..)”. Y, en una historia que se repite en las últimas décadas, el asesor PPD coincidía con una propuesta, también reciente, de economistas y políticos de derecha, organizados por el exministro de Pinochet, Rolf Lüders, bajo el nombre de Puente. Por ello, tampoco sorprende que ambas propuestas compartan la política de reducir los impuestos corporativos a las grandes empresas, creyendo que con ello habrá mayores inversiones y crecimiento.

En consecuencia, más allá de mirar el PIB, hay que indagar en el empleo precario y la creciente informalidad, en la concentración inédita de la riqueza, revisar un sistema de salud incapaz de atender a los sectores más vulnerables, y poner el acento en las desigualdades económicas, sociales, territoriales y medioambientales.

Entonces, al profundizar en los resultados del modelo económico es que nos damos cuenta que el crecimiento sin dirección resulta inútil y que es ineludible impulsar transformaciones al modelo en curso. El foco debe estar puesto en el desarrollo. Para recuperar la actividad económica no basta con el crecimiento; se requiere una propuesta transformadora de verdad, que apunte al desarrollo. Es decir, no sirve cualquier crecimiento para recuperar la actividad económica. Se necesita un tipo de crecimiento que promueva equilibrios económicos, sociales, territoriales y medioambientales. Eso es desarrollo.

La preocupación estricta por el crecimiento y el abandono del desarrollo en los años de la transición chilena cerró las puertas a la diversificación productiva, favoreciendo el extractivismo; tampoco se avanzó en la calidad del sistema educativo y la inversión en ciencia y tecnología se convirtió en discurso retórico.

El énfasis exclusivo en el crecimiento, sin un camino al desarrollo que lo acompañe, ha generado desigualdades profundas: entre el capital y el trabajo, entre empresarios grandes y pequeños, y entre Santiago y las regiones.

La preocupación por crecer sin dirección entregó a la política económica la exclusiva tarea del ordenamiento macroeconómico, renunciando a la orientación de los agentes económicos y recursos. A ello se agrega una insuficiente institucionalidad para frenar la colusión de precios en variados sectores de actividad.

Un crecimiento sin políticas productivas ha orientado la inversión, nacional y extranjera, hacia la explotación intensiva de los recursos naturales, mientras el Estado, con su comportamiento generoso con el extractivismo cierra las puertas a iniciativas potenciales en favor de la producción de bienes y servicios de transformación. Este tipo de crecimiento que ha caracterizado al país ha conformado una economía rentista, depredadora de los recursos naturales, con empresarios sin interés por innovar.

El Estado, constitucionalmente neutral, ha tenido excepciones, cuando se ha tratado de favorecer al empresariado. En efecto, así ha sido con el subsidio a las plantaciones forestales, la entrega gratuita de tierras para la explotación cuprífera, al menos hasta el royalty en el 2005, y el invento del salmón cultivado gracias a la Fundación Chile.

Una propuesta de transformación que no se quede en el crecimiento y apunte al desarrollo debería considerar:

  1. Promover el interés de empresarios, grandes, medianos y pequeños en favor de nuevas oportunidades de negocios, que vayan más allá del extractivismo, ya que este se encuentra agotado y con una productividad estancada. Así, los negocios empresariales se podrán potenciar y la economía se activará. Ello requerirá, paralelamente, un Estado activo con una política económica que termine con la neutralidad para apoyar a las industrias modernas agregadoras de valor; por ejemplo, entre otras cosas, mediante un sistema impositivo que las discrimine positivamente, con cargas menores, en comparación a las industrias extractivas.
  2. Los estudiantes necesitan escuelas y universidades de calidad (y para todos), mientras los trabajadores requieren una capacitación permanente para operar con las nuevas tecnologías del mundo actual. Es lo que permitirá trabajos decentes y salarios dignos. El sistema educativo y de capacitación técnica debe acercar la fuerza de trabajo a la sociedad del conocimientoy a sus nuevas tecnologías. Desde luego, también es preciso elevar la calidad de la educación básica, cuya pobreza es preocupante.
  3. Habrá que perseverar en la conformación de un sistema de salud universal que atienda por igual a todas las familias chilenas, lo que exige un serio análisis de costos y gestión apropiada.
  4. El complemento indispensable para una verdadera transformación productiva, que apunte a un desarrollo integral es elevar sustancialmente la inversión en ciencia, tecnología e innovación (idealmente alcanzando la media de la OCDE), conformando centros tecnológicos en coparticipación entre el Estado, universidades y cooperación internacional. Esta es condición indispensable para que la inteligencia y la tecnología de última generación se incorpore a la transformación de los procesos productivos y permita agregar el valor necesario para diversificar la producción de bienes y servicios; y, fundamento para recuperar la productividad perdida.
  5. El proteccionismo de Trump, y su extensión a otros países, es un llamado de atención para reorientar la inserción de Chile en el mercado mundial, priorizando la integración regional y la diversificación comercial. En particular, será necesario estimular a las empresas extranjeras para que se instalen en nuevas industrias de transformación en vez de las extractivas y, al mismo tiempo, que garanticen, como lo hizo China, que sus tecnologías sean transferidas al país.
  6. La propuesta transformadora debe favorecer un crecimiento incluyente y ecológicamente sustentable. Se deben cumplir así las metas ambientales del Acuerdo de París, y potenciar la sustitución de energías fósiles, para favorecer la preservación de nuestra biodiversidad, los bosques y las aguas.

Si se quiere avanzar al desarrollo, junto a estas medidas de cambio estructural es preciso que el Estado adopte las siguientes medidas drásticas para frenar los abusos, la usura y la colusión, las que afectan muy especialmente a la población pobre y de clase media:

  1. Se precisa una regulación más estricta de las tarjetas de crédito de retailers y supermercados, para controlar tasas de interés usureras. Resulta evidente que los precios para comprar a crédito son más bajos que al contado lo que pone en evidencia que las casas comerciales se han convertido en virtuales bancos, gracias al endeudamiento de sus clientes.
  2. Se requiere renegociar los peajes de las carreteras concesionadas, las quenos sorprenden todos los meses de enero con sus alzas de tarifas, bastante más allá del aumento de la inflación. La mala negociación de los gobiernos con las concesionarias y la debilidad que ha habido para renegociar con ellas estrangula a automovilistas de clase media y eleva los costos del tráfico camionero, con ineludible impacto en la inflación.
  3. Habrá que ser más estricto en la regulación y supervisión de los servicios públicos como agua, electricidad y teléfonos, los que siempretienen alguna trampa. Sus tarifas muestran arbitrariedades y la devolución de dineros es difícil o no existe cuando se corta la luz o el agua se envenena con las lluvias.
  4. Debe castigarse el abuso de las compañías telefónicas. No cumplen con los contratos, violan la privacidad de nuestros datos, entregándoselos a otras empresas. Sus operadores globalizados nos acosan, con llamados mañana, tarde y noche para ofrecer más servicios y según ellos mejores. Es una “externalización” que nos esquilma y nos molesta sin piedad.
  5. Se requiere un estricto control de la colusión, porque los bienes de consumo y servicios no siempre se rigen por el mercado. El libre mercado es muy relativo. Son evidentes los casos de las farmacias, el papel higiénico, los pañales y pollos. Pero, como la impunidad protege al empresariado, las colusiones seguirán inexorablemente.

El Estado ha sido complaciente con los abusadores. El SERNAC y las superintendencias de los servicios públicos no sirven de mucho. Los directores del SERNAC van a los programas mañaneros de la televisión. Hablan con fuerza, casi gritando, y repiten insistentemente: hay que leer bien los contratos, hay que informarse, hay que saber elegir. O sea, les pasan la pelota a los consumidores, a la ciudadanía.

Las majaderas recomendaciones del SERNAC son inútiles, porque se sabe que el 75% de la población es analfabeta en asuntos financieros. A la señora de la población no le alcanza el dinero para lentes y no puede leer la letra chica; y, cuando se es pobre la única alternativa es comprar con tarjeta de crédito o sea con el principal instrumento de abuso al consumidor. Todos los directores del SERNAC han estado lejos de la realidad.

Cuando las personas afectadas por abusos reclaman, las instituciones que debieran defenderlas son lentas y burocráticas. El ciudadano, con tiempo escaso, al final se cansa y asume la pérdida. Incluso en las demandas por colusión, aunque paguen los estafadores, no se sabe bien cómo compensar a los afectados.

En suma: para salir de la debilidad económica, el país necesita enfocarse en el desarrollo, lo que permitirá dar dirección al crecimiento y simultáneamente enfrentar las desigualdades; al mismo tiempo, el Estado tendrá que condenar con decisión los abusos, usura y colusión, que agobian a las familias chilenas. Un gobierno transformador tiene que cumplir con estas dos tareas.

Notas

  1. Foxley, A. y otros (1983). Reconstrucción económica para la democracia (pp.15 y 16). Editorial Aconcagua – CIEPLAN.
  2. Seminario Moneda Asset Management, 03-08-2017.
  3. Sen Amartya: «El desarrollo es más que un número», entrevista en BCC, 04-11-2010.
  4. Stiglitz, J. (2002). El desarrollo no es solo crecimiento del PIB. Íconos. Revista de Ciencias Sociales, (13). FLACSO, Quito, Ecuador.

*Roberto Pizarro Hofer es economista y exdecano de la Facultad de Economía Política de la Universidad de Chile.

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