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Portal Socialista > Contenido > Política > Internacional > Patricio Rivas H. / El fin de los sueños y la crisis de gobernabilidad
DestacadosInternacionalPolítica

Patricio Rivas H. / El fin de los sueños y la crisis de gobernabilidad

18 julio 2025
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12 Min de Lectura
Map of mid Atlantic ridge and volcanoes, Casa de los Volcanoes volcanic study center, Lanzarote, Canary island, Spain. (Photo by: Geography Photos/UIG via Getty Images)
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Durante los últimos años, tres grandes zonas de tensión geopolítica -candentes o de tormenta- han dominado los análisis sobre riesgos graves en el mundo contemporáneo: Medio Oriente, el conflicto Ucrania-Rusia y la tensión China-Taiwán. Las dos primeras se encuentran en estado de guerra activa. Este panorama se desarrolla en medio de la erosión sin gloria del derecho internacional y la diplomacia entre Estados y Gobiernos. Como respuesta, Estados Unidos se precipita hacia una estrategia de contención frente a China, mientras que Europa ha optado por implementar medidas similares frente a Rusia. No obstante, el fenómeno de distribución de poder geopolítico mundial permanece abierto y en constante transformación.

I

El dilema político esencial del estado actual del mundo contemporáneo radica en la tensión entre una política orientada hacia la vida y la democracia, y las obsesiones de poder, control y posesión.

La indiferencia manifiesta en numerosas naciones, organizaciones, instituciones y líderes resulta semejante a la observada en los años 1913 o 1933, cuando la atención se concentraba en los temas más inmediatos mientras millones de personas marchaban sin saberlo hacia la muerte. En el presente se expresa una anomia de las políticas de largo plazo y una grave anemia en la memoria histórica que será recordada en los años venideros como una de las derivas que nos condujo al pantano global. La inconsciencia respecto a la gravedad de los acontecimientos actuales es, por lo demás, una falencia cultura, ética y de racionalidad que persiste en un mar de noticias-espectáculo tan delgadas como lábiles. Los derrumbes morales en la larga saga humana se confabulan cuando coinciden tensiones extremas de poder geopolíticas junto a unas élites internacionales de poca visión global, en marcos psicosociales de apatías próximas al hedonismo y tedios intelectuales emparentados con académicos insensibles, como acontece hoy a escala internacional.

II

Desde hace cuatro décadas hemos ingresado sin pausas a una mutación civilizatoria global en aceleración que se extenderá por siglos.

La forma social de este proceso, su naturaleza y lógica, se encuentran en disputa. Una de las causas sistémicas centrales de esta transformación radica en que la complejidad creciente del mundo como unidad de proceso sistémico ya no puede ser regulada -con todas sus tensiones, desajustes y fracturas- dentro de los marcos de las instituciones históricas de la modernidad. Parafraseando la Poética de Aristóteles, se podría señalar que la diferencia entre el historiador y el poeta está en que el historiador signa lo que sucedió y el poeta lo que pudo o puede suceder. La poesía, de esta forma, vuela en lo imposible, mientras la historia se ancla en los hechos que, aunque complejos, son narrados desde su materialidad. En este siglo XXI sabemos con asombro que lo posible e imposible se confabulan en un mismo giro y crisis de la civilización, su historia inmediata y sus perspectivas de insospechadas violencias han descolocado a buena parte de las ciencias sociales y humanas, arrinconándolas en juegos de monografías. Aun así, los estudios y escritos más sapientes de este tiempo hablan desde la perplejidad y la duda, no desde las certezas y dogmas.

III

El fin de las certidumbres marca el inicio posible de otras formas de vida.

Aun así, se enfatiza poco la paz y muchos menos la convivencia en la diversidad. El negacionismo como sentimiento orientado a reescribir la historia desde el odio, se torna constitutivo de la mayoría de los discursos políticos contemporáneos. Desde otra perspectiva, se conceptualizan mundos líquidos e incertidumbres, azar e indeterminaciones, emergencias y rupturas que remplazan a la historia como gran relato y mecánica del destino político del ser. La abrumadora mayoría de hombres y mujeres -gobernados y gobernantes- creen poseer y alimentan la ilusión de controlar el destino en sus manos y la sabiduría en sus pensamientos. El espíritu humano siempre ha querido regresar a las certezas donde cree que habita la profundidad y la fuerza intelectual, donde el tiempo no arriesga la inmoralidad de su orden existencial y cultural, donde siempre será posible superar la tragedia en el último instante. Pero ahora no existe posibilidad de regreso a alguna bucólica ilusión: estamos en una reinvención del orden histórico.

IV

Hoy, nos aplicamos a deshacer un orden mundial que ya no logra administrar sus desarrollos y problemas, pero sabemos que aún no tenemos modelos alternativos de sociedad justos y equitativo. Sin embargo, no tenemos tiempo para esperar a tenerlos, los hechos apremian.

Nuestros programas políticos son toscos y rudimentarios frente a las complejidades reales, aun cuando nos solacemos en juegos conceptuales. La igualdad, aun como esfuerzo, se hace inviable cuando la vida biológica y social se sustenta en un desigual reparto de la prosperidad y de las opciones de vida humana. La geopolítica de bloques no puede remplazar la dignidad esencial de la comunidad mundial.

V

¿Cómo narraremos al futuro lo que hoy ocurre sin acudir a eufemismos fríos al amparo de señalar que “no nos dimos cuenta” o “no podíamos hacer nada?

¿Cómo fraguamos un alfabeto de la mayor crisis humana sin asumir nuestra responsabilidad en ella? Podemos narrar que la revolución científica agotó las formas políticas del sistema mundial y arrinconó las instituciones en la gestualidad de la impotencia. Que el despojo de equidad, ecuanimidad y gobernabilidad es suficiente para trizar el futuro más inmediato. Pero cada uno de nosotros es un sujeto analítico y ético y, en este sentido, responsable.

VI

Reflexiono de esta forma añorando un espacio donde el desafío de Terencio señala una y otra vez: “nada humano me es ajeno”. Noción fundante de la propia universidad y sus mundos.

También recurro a esos pensadores que se agruparon como escuela de estudios islámicos y hermenéutica de la fe, en Fez Marruecos el año 859 –impulsada, entre otros, por Fátima al-Fihri, hasta varios siglos después en Boloña, cuna de la universita occidental en 1088 y base de la fundación identitaria de occidente. Un trepidante momento de lo que en siglos posteriores vendría a ser el tiempo de las luces, de la revolución industrial, de la democracia, de los derechos y de la propia virtualidad de este siglo. Instituciones en las que se cuece a fuego lento el concepto de universidad como saber polémico y argumentativo, activo y provocador. Un lugar en el que todo se estudia, cada cosa se debate y el argumento es la base del diálogo y del respeto. Donde la sociedad y sus tramas son parte de las clases e investigaciones, no para achicar las cosas sino para proyectarlas. Un mundo sin universidades críticas agotaría su visión de humanidad, remplazando el caminar por el deambular y el conocimiento por la rutina burocrática. No se trata solo del saber en sí, sino del sentido, direccionalidad y expansión humana en todos los territorios de las existencias históricas.

VII

Frente al supuesto de que la civilización contemporánea está en medio de fenómenos caóticos -que no es lo mismo que una crisis profunda-, pienso que el riesgo no está en el desorden formal de procesos humano de hoy.

El desarrollo del caos expresa un nuevo orden que emerge sin pausas en medio de la vida histórica. Su factura teórica, muy debatida, es una pista de otras opciones de convivencia. Un proceso de caos implica articulaciones y dependencias muy sensibles respecto a las condiciones iniciales de un proceso que son las que le dieron origen. Ahora bien, el punto es que el orden sistémico de la estructura internacional tiene como punto de inicio un aspecto muy frágil: el de la estabilidad sistémica basada en el derecho internacional y el diálogo entre las instituciones. Hoy en día, hay varios caos en marcha dentro de la crisis del orden mundial, algunos son regresivos como las guerras, otros progresivos como las búsquedas de nuevos modelos de vida y paz. Empero, lo que ahora se hace predominantes son las descomposiciones de regresión, violencias y miedos colectivos, donde se ven pocas sendas de progresiones amplias y duraderas.

VIII

La noción de racionalidad de Max Weber nos dota de pistas para comprender y explicar metas diversas pero comunes en sus líneas de base: la razón de la convivencia, cuya formulación cultural, funcional y debatida es el bienestar.

El Estado y sus sistemas a escala internacional se han alejado de las personas y sus necesidades al ritmo de la crisis de racionalidad básica que señalamos antes, debilitando la acción política colectiva y, de esta forma, llevándonos a una apatía cultural sin soluciones en el corto plazo. Millones de jóvenes en el mundo optan por el narco y las drogo-existencias, locuras del aislamiento social que desgasta sus vidas comunitarias en un mundo incompresible y hostil que se entretiene en sus mapas de conflictos. Al tiempo, los mundos adultos observan con distancias la marcha de las cosas. Hay desde luego, múltiples archipiélagos de pensamiento y sugerencias críticas, pero aún dispersos y acotados a sus propios espacios. La universidad, por su parte, no ha tenido una saga heroica en los intersticios de la historia, pero sí digna. Territorio por siglos del volver a empezar desde la radical humanidad. En esta singular situación de hoy, está frente a un desafío sustantivo: el de situar la riqueza de la vida y de la crítica racional como vértice de la conversación social y de saberes para actuar desde y junto a todos, para hacer de la convivencia la situación de diálogo entre civilizaciones, generaciones, pueblos, religiones y enfoques de mundo.

*Patricio Rivas H. es PhD en Filosofía de la Historia.

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