Próximo a cerrarse el proceso de conformación de las listas parlamentarias, el dirigente e histórico socialista Jorge Arrate analiza lo ocurrido con la candidatura de Gustavo Gatica en la lista del Frente Amplio (FA). Aunque las listas solo se conocerán al momento de la inscripción y todo puede ocurrir aún, hasta ahora lo que predomina es un rechazo a la candidatura de Gatica por parte de una mayoría del CC del FA. Gustavo Gatica representa un liderazgo político relevante y un símbolo de la lucha social y de los DDHH en Chile. Para el FA y para cualquier fuerza política representa un honor contar con él entre sus filas.
Tu enviaste una carta al Comité Central antes que se tomará la decisión que deja fuera de la lista parlamentaria del FA a Gustavo Gatica. ¿Por qué te pareció necesario hacerlo?
Me generó inquietud la posibilidad de una decisión equivocada, como la que se adoptó. Por eso mandé la carta el 6 de agosto. Tenía confianza en la decisión unánime de acoger a Gatica como nuestro candidato, acordada en un Comité Central anterior, pero advertí vacilaciones. Los hechos mostraron que mi preocupación era justificada.
Pero quisiera complejizar un poco más el diagnóstico de lo ocurrido. Lo que me interesa primero no es la razón por la que no se acogió. La primera pregunta que debiésemos hacernos es por qué el Frente Amplio no fue antes donde Gustavo Gatica a ofrecerle un lugar en el frente de lucha socialo en sus listas electorales
Todos los sectores internos, y los que no pertenecemos a ningún grupo también, somos responsables de una política hasta ahora demasiado cerrada sobre nosotros mismos como si fuéramos una mutual. No quiero ser peyorativo porque mucho valoro la solidaridad interna que debe existir en un partido político. Pero el objetivo de un partido debe ser desarrollarse, enraizarse en la sociedad, llevar su mensaje a la multitud que no milita en él. Para eso hay que comenzar por reconocer que hay una izquierda extrapartidista y que hay en ella muchas personas y grupos valiosos, como es el caso de Gustavo Gatica.
Entonces, hemos cometido dos errores, a lo menos. Uno, no ir por “los Gustavo Gatica”, que son muchos, y dos, no acoger al más representativo de todos ellos cuando nos honró con la oferta de colaborar con nosotros y aportar sus virtudes y potencialidades políticas al Frente Amplio.
¿No crees que en esta decisión puede estar operando, incluso a nivel inconsciente, una incomodidad con el estallido social?
Es difícil afirmar qué es lo que hay escondido o disfrazado detrás de nuestras acciones. Pero como me siento comprometido a responder diría que me inclino a no creer en esa supuesta incomodidad.
Hasta hoy día no hay ninguna formulación plenamente validada sobre qué significó en todas sus facetas el estallido social. Fue un acontecimiento histórico único y el debate sobre su naturaleza y alcances seguirá por mucho tiempo. Sin embargo, desde el punto de vista del Frente Amplio pienso que hay una perspectiva compartida al menos en lo siguiente y permíteme citar algunas opiniones de dirigentes relevantes del FA para que no haya dudas: “El estallido social del 2019 fue la expresión de un legítimo malestar acumulado en el marco de un proceso de modernización acelerado de nuestra sociedad que expresó en esos meses todas sus contradicciones” (Presidente Boric, 2025); “Lo que se expresó en octubre de 2019 fue la voz de un país que se cansó del abuso y la desigualdad” (Winter, 2025); “La sociedad salió a manifestarse contra los abusos y el aprovechamiento de la elite” (Constanza Martínez, 2025). “Nosotros somos una generación política que le tocó vivir un estallido, una crisis de las más graves en democracia post-dictadura, eso sigue pendiente en términos de impunidad respecto a las policías, de reforma a Carabineros, lo ha dicho Amnistía Internacional, hay temas pendientes todavía en materia de derechos humanos” (Juan Carlos Latorre, 2023).
Creo que estas respuestas que he seleccionado dan clara cuenta que en el FA hay una conciencia clara sobre las causas del estallido social, y la vigencia de muchas de sus demandas. Sería imposible olvidar que el estallido social, así llamado, con sus luces y sombras, como las tienen todas las revueltas populares, obligó a la derecha a poner formalmente en cuestión la Constitución de 1980 y abrió paso a la gran marcha del millón de personas y a un plebiscito que consagró las necesidades de una nueva constitución. Otro tema es el proceso posterior que no tuvo que ver directamente con el estallido y que estuvo plagado de errores políticos de aquellos que impulsábamos cambios estructurales.
¿Crees que el FA debiera enmendar esta decisión? Hay una fuerte reacción en los frentes y territorios del FA, se ve mucha molestia.
No sé si estamos a tiempo, pero, si hubiera condiciones para un acuerdo en ese sentido, a mí me gustaría y creo que también a la gran mayoría del FA.
Nuestro partido es una fuerza en construcción que ha debido enfrentar en su primer año y al mismo tiempo los serios desafíos que se han planteado al gobierno del que es parte y primer responsable, el proceso de consolidación legal, los difíciles primeros pasos de una fusión real entre vertientes políticas convergentes pero distintas, una primaria presidencial y ahora una elección parlamentaria y de presidente de la República.
El doloroso episodio que ha tenido como actor principal al estimado y querido Gustavo Gatica, ocurrido en medio de tareas vertiginosas, deja preguntas y lecciones y, en especial, una demanda urgente por definiciones estratégicas. Porque sigo creyendo en el sentido y necesidad del proyecto de izquierda que el Frente Amplio potencialmente representa.
¿Qué piensas de la lógica de “lotes” a la que muchos atribuyen responsabilidad en lo ocurrido?
Tuve durante mi exilio alguna aproximación al funcionamiento de partidos europeos donde existían corrientes internas. Creo que en partidos participativos y democráticos es algo inevitable e, incluso, a veces, positivo para disminuir el peso de caudillos o caciques. Pero no es una opción inocente porque las corrientes se cierran en torno a sí mismas (eso llamaría yo un “lote”), federalizan el partido y terminan por poner sus propios intereses por sobre los del colectivo y los que el colectivo quiere representar.
En el Frente Amplio estos grupos gozan de legitimidad porque, en su mayoría, o todos, no sé bien, se constituyeron antes que el partido. Es un proceso distinto a cuando se generan dentro de una organización ya establecida. Son otros los desafíos.
En todo caso deben ser regulados y poner el énfasis en la producción de ideas, la formación o formas propias de activismo o difusión hacia el exterior del partido y no de convertirse en maquinarias electorales internas o mecanismos de atribución de cargos. Pareciera que en el caso de Gustavo Gatica jugaron algunas de estas deformaciones.
En fin, el FA no ha discutido todavía el tipo de partido que quiere ser y que, pienso yo, hay que inventar en parte. No olvidemos que los componentes del FA se constituyeron en el peor tiempo de los partidos políticos chilenos, cuando ya habían perdido gran parte de la confianza ciudadana. No son un modelo, no hay que imitarlos. Por lo mismo es importante que el FA tenga la flexibilidad y la sabiduría suficiente para ir captando los nuevos liderazgos que van surgiendo en la sociedad.