El libro de Jorge Montealegre, Condoritos y Verdejos. Representación del roto en el humor gráfico chileno (Ediciones Asterión, 2025), aborda un tema político y cultural relevante: las formas que ha adoptado la representación de lo popular en Chile, en el campo del humor gráfico.
Esta ha sido una búsqueda antigua del autor, expresada en diversas publicaciones entre las que destacan Prehistorieta de Chile: del arte rupestre al primer periódico de caricaturas (2003) e Historia del humor gráfico en Chile (2008).
En Condoritos y Verdejos se centra en la figura del “roto”, con los múltiples significados que tiene el término y las mutaciones que ha sufrido: se ha usado para degradar, hacer reír o encubrir el peligro que representa el “bajo pueblo” para el orden social.
La antropóloga Sonia Montecino prologa el libro y arranca con una cita de Rolf Foerster que expresa bien la carga simbólica y cierto sentido subversivo del “rotaje”: “uno de estos fantasmas, que tiene actualmente vigencia, es el pánico a los rotos, a su desborde, a su capacidad ‘subversiva’, de transgresión de todo orden. El roto manifiesta la degradación del ser, lo no articulado, su rotaje evidencia la carne desnuda, posiblemente su sexo desbocado…”.
Como bien lo señala Montecino, el libro aparece, en una primera mirada, como un tratado de humor gráfico chileno, pero rápidamente se va develando como un compendio de significados e indicios de muchos secretos de la sociedad y la cultura chilena.
Quizás esto no sea tan extraño porque en el humor se expresa mucho de lo reprimido, de aquello que emerge del inconsciente más como un “acto” que como una representación. Freud vio en el chiste y el humor -así como en los sueños o en los lapsus– un camino directo para acceder al inconsciente.
Para Montealegre dos figuras del humor gráfico chileno han sido claves para construir este imaginario (o inconsciente, si se quiere): Condorito y Verdejo.
En el primer caso, la idea de un “cóndor” (presente en nuestro escudo nacional) adquiere la forma de un personaje simpático, apolítico, no muy trabajador, vividor, etc., lo popular como sinónimo de alguien que “saca la vuelta”, que no trabaja porque se guía por la ley del mínimo esfuerzo. La pobreza es retratada como una realidad no sufrida ni dramática. Los políticos son retratados como mala personas, aprovechadores, demagogos. En este sentido es una historieta de la antipolítica.
Por su parte, Verdejo, que se despliega en la revista Topaze, marca otra voz dentro de esta construcción de lo popular como rotaje: es el representante del pueblo, un roto aniñado, ocurrente y dicharachero, que sufre las pellejerías del pueblo, pero que mira la vida con cierta distancia (las manos en los bolsillos) y de manera más bien alegre. Es el estereotipo del roto chileno gracioso.
El libro examina distintas representaciones del pueblo y de esta idea del roto: la exaltación del roto chileno desde las instituciones armadas como valiente y aguerrido; o desde la izquierda buscando dignificar la idea de lo popular (por ejemplo, en la revista La Firme durante el periodo de la UP).
Se trata de un libro muy recomendable que permite conocer más de la historia del humor gráfico chileno, a la vez que examinar los “discursos” que sobre lo popular se han construido desde allí.
Si a principios de los 70 tuvo una gran repercusión aquel libro de Ariel Dorfman y Armand Mattelart que se llamaba Para leer al Pato Donald, hoy debemos recurrir a Montealegre para leer a Condorito y Verdejo.