Maximiliano Andrade Guerra / La casta ataca

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El escándalo de corrupción que sacude a la Casa Rosada no es solo una crisis más del gobierno de Javier Milei; es la confirmación dolorosa de que quienes prometieron destruir «la casta» se han convertido en sus herederos más voraces. Los audios que involucran a Karina Milei en sobornos por medicamentos destinados a personas con discapacidad revelan la hipocresía más obscena: mientras el pueblo argentino sufre el cierre de miles de panaderías y negocio, y una caída del 50% en el consumo de pan, la familia presidencial negociaba comisiones del 3% en licitaciones públicas.

La traición es doble: no solo han abandonado sus promesas de cambio, sino que han pisoteado la confianza de millones de electores que creyeron en una Argentina diferente. Hoy, ese país que votó esperanza recibe a cambio más de lo mismo, pero con el agravante de la desilusión.

La ultraderecha populista en su versión argentina, como en todas partes del mundo, ha demostrado una vez más su incapacidad estructural para cumplir las promesas grandilocuentes con las que seduce al electorado. Milei, que llegó al poder gritando contra la corrupción política, hoy nombra a Patricia Bullrich —a quien antes llamaba «montonera tira bombas»— como ministra, y coloca a Luis Caputo, involucrado en graves crisis económicas pasadas, en puestos clave.

Es el mismo libreto de siempre: denunciar la corrupción ajena mientras se construye la propia, atacar el intervencionismo estatal mientras se manipula el dólar, prometer transparencia mientras se censura la prensa que destapa los escándalos. La ultraderecha no es la solución a la crisis de la democracia; es su síntoma más peligroso.

Los políticos chilenos que sueñan con copiar el modelo Milei deberían observar con atención esta debacle argentina antes de seguir vendiendo promesas falsas a nuestros compatriotas. Chile no necesita más copias baratas de populistas fracasados ni más candidatos que prometan dinamitar todo para después instalarse cómodamente en los palacios del poder.

Nuestra democracia ya está suficientemente golpeada como para importar recetas que han fracasado estrepitosamente al otro lado de la cordillera. Los chilenos merecemos políticos serios, con propuestas reales y compromiso genuino con el país, no oportunistas disfrazados de salvadores que, como hemos visto una vez más, terminan siendo parte del problema que prometían resolver.

*Maximiliano Andrade Reyes es Coordinador para América latina del Global Student Forum y secretario regional del Frente Amplio de la Region de O’higgins.

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