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Portal Socialista > Contenido > Política > Internacional > Antonia Mardones y Jenny Monsalve / Trayectorias y definiciones básicas en política internacional del Frente Amplio
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Antonia Mardones y Jenny Monsalve / Trayectorias y definiciones básicas en política internacional del Frente Amplio

30 mayo 2025
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40 Min de Lectura
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Chile es un país que con demasiada frecuencia se mira solo a sí mismo a pesar de la profunda incidencia que los acontecimientos internacionales tienen en su historia. Hoy, la unificación del Frente Amplio nos abre una posibilidad para discutir con profundidad sobre los nuevos desafíos que el orden global nos presenta y posicionar a nuestro partido en articulación con actorías relevantes en la lucha popular, feminista y socialista. Esto nos permitirá ponernos a disposición de proyectos colectivos transnacionales, estableciendo un intercambio virtuoso de experiencias a partir del fortalecimiento de vínculos estratégicos. Para contribuir a dichos esfuerzos, presentamos aquí un breve recorrido de cómo se inserta nuestro partido en el panorama político internacional, sus desafíos y el rol que consideramos que el Frente Amplio debe jugar como expresión local de lo que se ha llamado las nuevas izquierdas.

El orden neoliberal pareciera estar hoy en franco agotamiento: el estancamiento de la productividad, la agudización de conflictos geopolíticos globales, la profunda crisis medioambiental y la creciente degradación de la democracia son solo algunos signos de cómo los sistemas políticos no han sido capaces de gestionar la creciente complejidad de un mundo cada vez más interconectado y tampoco de responder a la resultante alza del malestar social. En la última década, la crisis de confianza en las promesas del neoliberalismo se ha convertido en caldo de cultivo para la emergencia de populismos que ponen cada vez más en duda los consensos democráticos logrados desde mediados del siglo XX. En este contexto, el Frente Amplio se ha propuesto ser un partido capaz de disputar el sentido común, ofrecer respuestas ante la crisis y, en contraste con quienes deslegitiman la democracia, poner en el centro la necesidad de su radicalización.

Pero esto no se puede lograr de forma aislada. Así como las derechas se organizan de forma cada vez más virulenta a nivel internacional, amenazando los avances logrados en la democratización de espacios políticos para la participación de sectores históricamente excluidos, el Frente Amplio debe mirar más allá de las fronteras nacionales para construir un horizonte de emancipación en conjunto con las nuevas izquierdas que comparten su vocación profundamente democrática y radicalmente transformadora. Es urgente fortalecer los espacios de interacción entre las organizaciones de izquierda y dar curso a una unidad que permita contrarrestar el avance mundial de una agenda reaccionaria.

Adicionalmente, ser el partido chileno con mayor cantidad de militantes residiendo en el exterior y contar con una estructura orgánica que incluye a representantes de dichos militantes en los órganos deliberativos del partido representa tanto una oportunidad para la construcción de alianzas políticas como una ventaja para el posicionamiento internacional que el momento presente requiere. Ahora es el momento, por tanto, de que el Frente Amplio tome un rol de mayor incidencia en la construcción de un proyecto común de las izquierdas y la defensa de la democracia a nivel global.

Inspiraciones y alianzas internacionales

A comienzos del 2014, diversos liderazgos que habían emergido al calor del movimiento estudiantil de la última década, publicaban en la prensa columnas discutiendo la posibilidad de la creación de un Frente Amplio en Chile que, de alguna forma, emulara la experiencia uruguaya. Se planteaba así la necesidad de construir un proyecto transformador que, a partir de la participación basal amplia y la elaboración colectiva, unificara a las diversas fuerzas políticas de la izquierda chilena, incluyendo aquellas no aglutinadas en partidos. Esta no era una idea del todo nueva: ya en el 2004, año en que el Frente Amplio de Uruguay llega a la presidencia con Tabaré Vásquez, rondaba en La Surda, movimiento precursor de la Izquierda Autónoma, la idea de crear un bloque bajo este mismo nombre, ante la noción de que “los procesos uruguayos y chilenos se parecen”, según lo indicara años más tarde en una entrevista el entonces dirigente estudiantil y hoy Subsecretario de Educación Superior, Víctor Orellana.

Una década después, la idea de avanzar hacia la materialización de un Frente Amplio chileno sería retomada por dirigentes de Revolución Democrática, quienes, inspirados por el entonces presidente Pepe Mujica, viajaron a Uruguay para aprender del proceso político que lo llevó al poder. Para ese entonces, el Frente Amplio uruguayo llevaba una década gobernando con el respaldo de una orgánica que incluía tanto a los sectores, articulaciones de partidos y otras fuerzas políticas como a los comités de base, espacios de militancia territorial que aunaban a ciudadanos independientes y de organizaciones de la sociedad civil. En base a este aprendizaje es que el Frente Amplio en Chile buscó desde sus inicios generar una estructura orgánica que incluyera, de forma horizontal, a partidos políticos y organizaciones sociales dentro de una misma coalición.

Uruguay no fue la única referencia. Un proceso bastante particular por la distancia geográfica, pero que fue mirado con interés por la futura dirigencia frenteamplistas chilena, fue el de Syriza en Grecia. Su creación como coalición en 2004, y luego como partido en 2012, era el producto de la fusión de una amplia gama de fuerzas políticas de la izquierda griega que llegó a su peak en las elecciones parlamentarias de 2015, en las cuales alcanzó la primera mayoría y pudo posicionar a su líder, Alexis Tsipras, como Primer Ministro helénico. Este hecho demostraba que era posible para una nueva fuerza de izquierda construir un proyecto que permitiera disputar el más alto cargo a la política tradicional.

La joven dirigencia chilena observaba también lo que ocurría en España país en el que, en medio de una profunda crisis económica, severas medidas de austeridad y una fuerte crítica social hacia los partidos tradicionales, surgía, en enero del 2014, Podemos. Convocando a movimientos sociales a generar una fuerza política que lograra disputar el bipartidismo del sistema político español, este nuevo referente tuvo un rápido ascenso que lo llevaría en 2019 a formar parte de un gobierno de coalición junto al Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Quienes fundaron el Frente Amplio chileno compartían con la dirigencia de Podemos una lectura crítica de la transición democrática en sus respectivos países y un afán de renovación de la clase política a partir de la apertura de espacios de participación a la ciudadanía. Desde entonces, el progresivo acercamiento entre sus dirigentes se fue dando con naturalidad e incrementando en la medida en que el Frente Amplio comenzaba a consolidarse como una de las principales fuerzas políticas en Chile.

Rápidamente, estos vínculos comenzaron a ampliarse a otras fuerzas de izquierda a nivel global. Dentro de los múltiples ejemplos de estos contactos se encuentra la participación de Revolución Democrática en el encuentro del Foro de Sao Paulo realizado en Bolivia en agosto del 2014, sumándose como miembro permanente de su organización. Cabe señalar que en este espacio también participaban otros integrantes del Frente Amplio, tales como Izquierda Libertaria (que participó posteriormente en la creación de Convergencia Social) y Poder Ciudadano (que contribuyó a la constitución de Comunes).

Unos años más tarde, en marzo de 2018, un grupo de parlamentarios del partido Poder Ciudadano y del Partido Humanista (en este período, miembros del Frente Amplio), viajaron a Buenos Aires para reunirse con Cristina Fernández, en ese entonces presidenta de Argentina. Es interesante consignar que a lo largo de estos años se han mantenido vínculos significativos con los movimientos y partidos de izquierda argentinos agrupados dentro del Frente para la Victoria y sus posteriores derivaciones, sobre todo gracias a la vinculación de militantes frenteamplistas chilenos residentes en Argentina con la agrupación La Cámpora.

Nos parece importante consignar otros vínculos relevantes que establecieron las orgánicas frenteamplistas desde estos primeros años. Entre ellos, destaca la relación con Álvaro García Linera, del Movimiento al Socialismo (MAS), vicepresidente de Bolivia entre el 2006 y el 2019; con integrantes del Frente Amplio peruano, particularmente con el ala que posteriormente se escindirá para fundar el Partido Nuevo Perú en 2017 bajo el liderazgo de la en ese entonces congresista y luego candidata presidencial Verónika Mendoza; con miembros del Partido de los Trabajadores (PT) y del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en Brasil, vínculo consolidado especialmente durante el período de liderazgo de Juliano Medeiros (entre 2017 y 2023); y con integrantes de la Francia Insumisa, fundada en 2016 bajo el liderazgo del actual diputado y excandidato presidencial Jean-Luc Mélenchon.

Es así como se consolida un intercambio fecundo de experiencias, tanto a nivel personal como de organizaciones, el cual lleva a la realización en Chile de amplios y significativos encuentros denominados “festivales”, donde cabe destacar ¡A toda marcha!, organizado por Revolución Democrática en octubre de 2018 y, posteriormente, Radicaliza la Democracia, realizado bajo la coordinación de dirigentes del Frente Amplio, en enero de 2019. Ambos espacios buscaban intercambiar experiencias y estrechar vínculos con figuras y organizaciones internacionales reconocidamente de izquierda y defensores de la democracia a nivel global, además de analizar el panorama político internacional y regional que en ese entonces se hallaba fuertemente impactado por las elecciones de Donald Trump en Estados Unidos y Jair Bosonaro en Brasil, y los desafíos que esto abría para las izquierdas. Si bien en noviembre de 2019 estaba programada una segunda edición de ¡A toda marcha!, este evento fue suspendido en el contexto del escenario político y social nacional, tras el estallido social de octubre de ese año. Dicha edición, no obstante, tuvo lugar de igual manera durante el año 2020, aunque en formato telemático, a raíz del contexto de la pandemia global de Covid-19.

Ya con el proceso de vinculación orgánica de la militancia del Frente Amplio en el extranjero, aspecto que desarrollaremos a continuación, se desarrolla una estrategia de inserción territorial en sus respectivos lugares de residencia. Estos puentes, tendidos tanto por militantes de Revolución Democrática como de los movimientos que luego confluyen en Convergencia Social, promovieron el acercamiento a organizaciones de chilenas y chilenos en el exterior, a la vez que fomentaron relaciones políticas con movimientos y partidos locales en los diferentes países donde se encontraban residiendo militantes frenteamplistas chilenos. Esto último condujo a que quienes se encontraban en Estados Unidos miraran el trabajo que venía realizando The Sanders Institute y establecieran contactos con Democratic Socialists of America (DSA), mientras que los militantes frenteamplistas organizados en Europa comenzaban a acercarse a Momentum, la expresión movimental del Partido Laborista, en la época en que el partido era liderado por Jeremy Corbyn. Estos acercamientos culminaron en la vinculación de liderazgos frenteamplistas en el exterior con la naciente Internacional Progresista, a partir de los cuales Convergencia Social se convirtió, a fines del año 2020, en el primer partido político en ingresar a dicho espacio. De esta organización también es consejero emérito uno de los principales líderes de Revolución Democrática, Giorgio Jackson.

Es necesario relevar también cómo los espacios y redes internacionales de encuentro y solidaridad entre movimientos y organizaciones feministas han sido vitales en este trayecto. Esto ha llevado a tejer redes robustas por parte de la militancia del Frente Amplio, contribuyendo de manera significativa a la formación política de destacadas líderes. Entre dichas redes, sobresale la reciente creación en México de la Internacional Feminista, fundada oficialmente el 8 de marzo del 2023. Participan en esta organización diversas figuras de gran relevancia, tales como Claudia Sheinbaum, una de las fundadoras del partido Morena, recién electa como presidenta de México; Irene Montero, militante de Podemos, quien fue entre el 2020 y 2023 ministra de Igualdad del Gobierno de Pedro Sánchez; y María José Pizarro, actual senadora de la República de Colombia, parte de la Coalición Pacto Histórico, por mencionar solo a algunas. Dentro de su núcleo fundador se encuentran las militantes frenteamplistas Antonia Orellana, actual ministra de la Mujer y la Equidad de Género, e Irina Karamanos, exdirectora sociocultural de la Presidencia de Chile.

Por último, el centro de pensamiento frenteamplista Rumbo Colectivo también ha jugado un rol importante en la promoción de redes internacionales entre las nuevas izquierdas, destacando su reciente colaboración en la proyección de la Red Futuro, fundada en 2023 en Santiago, con el objetivo de articular una agenda común entre una nueva generación de liderazgos políticos latinoamericanos, con un foco especial en los desafíos propios del siglo XXI.

Es posible reconocer, entonces, en estas nuevas izquierdas un origen compartido vinculado a los movimientos sociales y su emergencia como fuerzas políticas en momentos de crisis de representación en sus respectivos países. Comparten también un compromiso con la democracia, a la vez que un reconocimiento de los límites que esta ha tenido en su vertiente liberal. Ponen en el centro, además, luchas sociales que no habían sido centrales para las izquierdas tradicionales, como lo son el feminismo y el ecologismo. Así, se presentan como una alternativa política que, con diferentes matices, proponen una radicalización democrática que sea capaz de producir una inclusión política amplia y un nuevo modelo de desarrollo que permita una superación del neoliberalismo. Sus experiencias, sin embargo, nos anuncian el riesgo que la institucionalización puede producir en el deterioro de su raigambre social, problemática de la cual el Frente Amplio chileno no ha estado exento, particularmente al llegar a ser gobierno, y que, por tanto, debe ser un foco de trabajo fundamental a fortalecer durante su nueva etapa de consolidación como partido único.

Presencia internacional de nuestra militancia

Sin lugar a dudas, la rápida consolidación del Frente Amplio como coalición política en Chile se vio nutrida por la audaz decisión de sus dirigentes, a tan solo meses de su fundación en enero de 2017, de presentar una candidatura para disputar las elecciones presidenciales que se llevarían a cabo ese mismo año. Junto con promover la creación de un Grupo de Apoyo Programático (GAP) en materia internacional, esta decisión tuvo un singular impacto en la organización de aquellos chilenos y chilenas que seguían con interés el nacimiento de una nueva izquierda en Chile desde el exterior. La campaña presidencial de Beatriz Sánchez se desarrolló, en efecto, en medio de un contexto particular, pues en el año 2017, por primera vez, las chilenas y los chilenos con residencia fuera del país podrían ejercer el derecho a sufragio en una elección presidencial. Esto motivó la creación de comandos de apoyo a su candidatura en diversos lugares del mundo. Se articularon encuentros de la candidata y de otras figuras del naciente Frente Amplio con compatriotas en el exterior, quienes con entusiasmo fueron sumándose a una militancia organizada en lo que las diferentes orgánicas frenteamplistas de ese entonces denominaron “territorio internacional” o “territorio extranjero”.

Esta incipiente articulación orgánica de militantes frenteamplista en el exterior provenía de tres vertientes principales: exdirigentes estudiantiles que protagonizaron los movimientos del 2006 y 2011 y que se encontraban realizando estudios de posgrado en el extranjero (donde destacó de forma temprana la consolidación orgánica del Territorio Internacional del Movimiento Autonomista -posteriormente, Convergencia Social– y del Territorio Extranjero de Revolución Democrática); exmilitantes de partidos tradicionales de izquierda que residían en el exterior, en muchos casos, desde hacía varias décadas como resultado del exilio político; y, por último, y de forma similar a lo que ocurría en Chile, quienes nunca habían militado o participado activamente en política y veían con especial esperanza la emergencia de una fuerza que representaba a sus ojos una nueva forma de hacer política y no “más de lo mismo”.

A partir de este momento político, el Frente Amplio se posicionó en el exterior como una posibilidad. Sin embargo, se hizo fundamental su consolidación orgánica para vislumbrar luchas que trascendieran lo meramente electoral. Parte fundamental de esta organización se sustentó en las demandas históricas de las chilenas y los chilenos en el extranjero, construidas a lo largo de décadas de organización. Dentro de estos espacios, comenzaron a hacerse visibles posiciones que habrían de tomar especial fuerza tras el estallido social del 2019, tales como la representación parlamentaria de chilenas y chilenos que residen fuera del país, derechos ciudadanos plenos para aquellos compatriotas nacidos en el exterior, la irrenunciabilidad de la nacionalidad chilena y facilidades para el retorno, entre muchas otras.

Durante aquel convulsionado periodo, se organizaron asambleas y cabildos de chilenos y chilenas en los más remotos rincones del planeta, desde donde se presentaron múltiples propuestas en las instancias de participación ciudadana del primer proceso constituyente. Un hito importante liderado por los frenteamplistas en el exterior durante este periodo fue la construcción de dos proyectos de ley, presentados en en el Congreso con apoyo del entonces diputado Gabriel Boric, que buscaban, por una parte, que los chilenos y las chilenas en el exterior tuvieran representación en la Convención Constitucional que habría de elegirse próximamente y, por la otra y de forma menos coyuntural, la creación de un “distrito exterior” que les permitiera contar con representantes en el Congreso Nacional.

La llegada de la pandemia tuvo, en este contexto, efectos contrapuestos para quienes se organizaban en el extranjero. Por una parte, significó un decaimiento de las actividades presenciales que se realizaban en diferentes ciudades en apoyo a las demandas que se levantaban desde las calles en Chile. Además, las medidas de cuarentena y cierres de frontera entre países dificultaron la participación de chilenos y chilenas en los diferentes plebiscitos que se llevaron a cabo en el contexto constituyente pues, para muchos, votar requería viajar largas distancias a las ciudades donde se han establecido mesas electorales. Por otra parte, sin embargo, la “virtualización” del quehacer político representó una oportunidad para quienes se encontraban lejos, ahora posibilitados de participar vía videoconferencia de las actividades que tampoco en Chile podían realizarse de forma presencial. Esto permitió ir profundizando la vinculación con los procesos políticos chilenos, lo que contribuyó a una coordinación nunca antes vista entre integrantes de agrupaciones, movimientos y partidos políticos en el exterior para la campaña presidencial de Gabriel Boric del 2021, trabajando en conjunto para asegurar su triunfo en el extranjero.

La participación activa de la militancia frenteamplista en los Comandos por Boric en el Exterior, así como también en los comandos por las opciones del Apruebo y el En Contra en los dos fallidos procesos constitucionales, contribuyó a enriquecer el diálogo y la unidad con las otras fuerzas de la izquierda chilena en el extranjero, colaborando en el proceso de coalición de gobierno con un trabajo fraterno y coordinado que ha trascendido el momento electoral. Esto se vio consolidado, además, con la participación de la militancia frenteamplista exterior en diversas actividades conmemorativas de los 50 años del Golpe de Estado de 1973, durante el año 2023.

Por otro lado, en cuanto a las relaciones con organizaciones y partidos políticos extranjeros, gracias a la presencia in situ de la militancia, fue posible gestionar diferentes expresiones de apoyo a la candidatura presidencial de Gabriel Boric, así como también manifestaciones de solidaridad con el momento político chileno actual, canalizadas entre el comando exterior y un equipo de RRII creado en el comando central de la campaña presidencial. Estas voluntades se hicieron patentes en el momento de asumir el mando el actual gobierno, el 11 de marzo del 2022, con la asistencia a este hito de diferentes personalidades, representantes de aquellos movimientos de las nuevas izquierdas con quienes se venían generando acercamientos.

Todas estas experiencias contribuyeron a un eficiente crecimiento y fortalecimiento orgánico de los partidos y movimientos frenteamplistas a nivel internacional, lo que al momento de la fusión de las estructuras que ahora componen el nuevo partido, se tradujo en una amplia y activa participación de estos/as militantes en la toma de decisiones. Esto se expresa a nivel orgánico, donde vemos que el Territorio Internacional del Frente Amplio cuenta con una representante en el Comité Central del partido y con militantes organizados/as en bases territoriales en Europa, América y, de forma novedosa, en Asía – Oceanía.

¿Cómo seguimos? Elementos para la construcción de un partido internacionalista

Nos encontramos hoy en un momento histórico frecuentemente identificado como posneoliberal, dada la crisis estructural en que se encuentra no solo la arquitectura económica del orden internacional, sino también los fundamentos ideológicos y las subjetividades sociopolíticas en que este se ha sustentado. Observamos cómo el neoliberalismo, incapaz de hacerse cargo de sus propios dogmas, recurre a salvatajes del Estado cada vez que se enfrenta a alguna crisis. El debilitamiento de la hegemonía de Estados Unidos tras la emergencia de nuevas potencias económicas da cuenta a la vez de una creciente multipolaridad en el orden internacional. Más importante aún, se identifica a nivel global un creciente malestar social, ligado a una crisis de confianza en las promesas del neoliberalismo, de la mano de una mayor sensación de inseguridad y exclusión. Esto ha dado pie a la emergencia de nuevas derechas que, a partir de la politización de la dimensión cultural, se presentan como una opción rupturista atractiva para las nuevas generaciones desencantadas con la democracia liberal. Y es que la rebeldía, para usar los términos de Pablo Stefoni, parece haberse vuelto de derecha.

Se observa así cómo coaliciones de carácter esencialmente nacionalista, reaccionario y ultraconservador ganan terreno, tanto en Estados Unidos y Europa como en América Latina. Aquí, figuras como las de Javier Milei, Jair Bolsonaro y Nayib Bukele representan la consolidación de un populismo autoritario en la región. Esta nueva corriente se caracteriza por su radicalidad, en la forma y en el fondo, destacando una retórica anti-establishment, que rechaza tanto a la “casta política” como a la “corrección política”, la cual incluye un ataque a las instituciones supranacionales (y todo lo que huela a “globalismo”), el rechazo a agendas progresistas vinculadas a los derechos de sectores históricamente excluidos, en particular en relación a la migración y a lo que ellos denominan “ideología de género”, y un permanente tensionamiento de la democracia y sus bases liberales, tal como la separación de los poderes del Estado. Las emociones parecen tener en este nuevo contexto un peso cada vez mayor en las inclinaciones políticas de la ciudadanía, fenómeno que se ha visto exacerbado por el rol cada vez más nocivo de las redes sociales en la divulgación de información, verdadera o falsa, y en la formación de percepciones y opiniones.

Estas nuevas derechas, además, se organizan transnacionalmente. Y es por esto que toma carácter de urgencia que las nuevas izquierdas sean capaces de coordinarse también a nivel global para resistir su avance. Ahora bien, en el caso de América Latina, el avance de estas nuevas derechas se produce tras el desgaste de los gobiernos del llamado “giro a la izquierda” o “marea rosa” de la primera década del nuevo milenio. Estos gobiernos progresistas y de izquierda habían sostenido sus exitosas políticas de redistribución gracias al boom de los precios de las materias primas, pero no tuvieron la capacidad o la imaginación, como tampoco la tendrían los gobiernos de derecha que los sucedieron, para elaborar políticas que anticiparan el agotamiento del modelo. Por otro lado, es preocupante el giro autoritario que se ha observado en cierto sector de la izquierda de la región, con experiencias como las de Nicaragua y Venezuela, que han puesto en tensión las alianzas regionales en los últimos años. Esto lleva a que sea indispensable para las izquierdas latinoamericanas de hoy, aprender de las experiencias de sus antecesores y comprender que, si se asume la disputa por el poder como un medio para mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías, es menester ofrecer una alternativa política que represente una democratización real de las posibilidades de incidencia de los diferentes sectores de la sociedad a la vez que un modelo de desarrollo lo suficientemente transformador para reencantar mayorías ciudadanas.

En ese contexto, para definir una política exterior frenteamplista es necesario considerar el marco donde, desde lo conceptual, el Estado de Chile ha definido la base para su política exterior. Discursivamente, dicha política exterior se ha sustentado en las últimas tres décadas en el principio de regionalismo abierto, que Cepal define como el “proceso de creciente interdependencia económica a nivel regional, impulsado tanto por acuerdos preferenciales de integración como por otras políticas, en un contexto de apertura y desreglamentación, con el objeto de aumentar la competitividad de los países de la región y de constituir, en lo posible, un cimiento para una economía internacional más abierta y transparente”. Sin embargo, como han planteado diversos autores, en la práctica parece ser que la inserción internacional de Chile se ha guiado más bien por consideraciones comerciales que no priorizan necesariamente alianzas regionales sino que  apuntan a una “inserción múltiple” en la economía global para asegurar el crecimiento de las exportaciones.

Adicionalmente, es necesario considerar que el debate en torno a la política exterior hoy está marcado por dos principios en boga que si bien no son dicotómicos, se les ha confrontado como si lo fuesen: el principio de autonomía estratégica, que promueve “la cooperación multilateral en lo que se pueda y actuar de manera autónoma en lo que sea necesario”, según plantea la Unión Europea, desde donde se origina este concepto, y el de no alineamiento activo, que surge en el marco de las reflexiones del Movimiento de los No Alineados y, en voz de sus promotores en Chile, busca que Latinoamérica “ponga por delante los intereses de nuestros pueblos y haga respetar de forma intransigente nuestra soberanía”.

A nuestro entender, estas visiones no son necesariamente contrapuestas y tomadas en conjunto proporcionan un marco de referencia para problematizar la noción de regionalismo abierto, dándole un cariz más político que nos permita, desde Chile y desde el Sur Global, poner el foco en el necesario desarrollo de mayor autonomía ante las potencias, junto a un no alineamiento activo ante las mismas.

En este escenario, si bien los diferentes partidos y movimientos que hoy se unifican han tomado posición y establecido alianzas internacionales a lo largo de sus trayectorias, el Frente Amplio debe analizar detenidamente cuáles son los desafíos que enfrenta la izquierda hoy dentro y fuera de nuestras fronteras y organizar sus vínculos a la luz de la hoja de ruta dada por los principios que establecimos en común. Dicho esto, ofrecemos a continuación algunos elementos que consideramos fundamentales para la construcción de una política internacionalista de nuestro partido, en sintonía con nuestros principios y aspiraciones:

  1. Imaginar un nuevo orden internacional. El Frente Amplio debe aspirar a posicionarse como un actor político relevante en la articulación de las nuevas izquierdas a nivel regional y global, bajo el entendimiento de que la implementación de un nuevo modelo de desarrollo que sea sustentable en el largo plazo solo será posible a partir de la creación de nuevos consensos y reglas del juego a nivel internacional. Esto lleva a repensar la mirada clásica de los polos, buscando establecer nuevas relaciones entre los pueblos y las naciones, a partir de interacciones que promuevan el respeto y la coexistencia pacífica.
  2. Privilegiar la integración latinoamericana y el acercamiento al Sur Global. Hoy nos enfrentamos a la necesidad de definir cuáles serán las prioridades de nuestros propósitos y desde allí orientar nuestro actuar. Pero es primordial que lo hagamos poniendo énfasis en nuestra vocación latinoamericanista, lo que se traduce en buscar convergencias en todos los niveles, político, económico, social y cultural, con organizaciones, partidos y movimientos de la sociedad civil organizada de nuestra región, en busca de un horizonte común que fortalezca a nuestras naciones y permita que avancen hacia su autonomía con respecto a las grandes potencias mundiales.
  3. Defensa de las instituciones democráticas. Ante la amenaza que representan hoy las ultraderechas en el mundo, el Frente Amplio debe promover a nivel internacional una radicalización de la democracia que favorezca la inclusión de nuevos sujetos sociales en la deliberación política y defienda el derecho a la autodeterminación de los pueblos para definir su futuro. Por otro lado, es urgente respaldar las iniciativas que promuevan la acción de la diplomacia como forma de resolver controversias y colaborar con el encuentro en los espacios multilaterales.
  4. Respaldo y promoción de las luchas emancipatorias y decoloniales. Dentro de estas reivindicaciones, es importante subrayar una posición de defensa irrestricta de los Derechos Humanos en todo lugar. Ejemplo de esto es el compromiso con la autodeterminación y liberación del pueblo palestino frente a la ocupación ilegal israelí y la búsqueda de la paz que ha estado presente en el devenir de nuestro partido desde sus orígenes. Sin embargo, cabe aún instalar dentro de la discusión frenteamplista la necesidad de posicionarnos ante otros conflictos, como pueden ser los derivados de la opresión del pueblo saharaui por parte de Marruecos y del pueblo kurdo en Siria y Turquía, entre otros.
  5. Promoción de una concepción de Buen Vivir. A contrapelo de la matriz de pensamiento colonial, el Frente Amplio debe romper con la narrativa en torno a la modernidad y el progreso que posiciona al capitalismo como única forma posible de vida, reconociendo la inviabilidad de su orientación hacia el crecimiento sin restricciones. La expansión capitalista ha impactado de forma dramática nuestro ecosistema y sus daños amenazan con ser irreversibles si no adoptamos medidas drásticas para reducir la contaminación y la degradación ambiental. Las catastróficas consecuencias que anuncia la crisis climática han puesto en el centro del debate la urgencia de una transición energética en que nuevas fuentes de energía puedan ir desplazando a los combustibles fósiles, donde Chile puede jugar un papel crucial en el impulso de fuentes renovables de energía. En este sentido, el concepto andino de Buen Vivir nos otorga una perspectiva para construir, en clave feminista y pluralista, alternativas de desarrollo que reconozcan la interdependencia entre el ser humano y el resto de los seres vivos y pongan en el centro un equilibrio armónico entre las necesidades de la humanidad y los recursos naturales disponibles.
  6. Transversalización de un enfoque feminista. El enfoque de género, feminista e interseccional debe permear cada uno de los elementos mencionados anteriormente para la construcción de un posicionamiento partidario en materias de política exterior y en la definición de relaciones internacionales prioritarias. Para ello, es necesario robustecer los espacios de internacionalismo feminista, participando activamente en instancias transnacionales que promuevan alianzas y diálogos críticos que favorezcan una lucha coordinada a nivel global contra el patriarcado, con foco en la promoción de los derechos de mujeres y diversidades sexo-genéricas y la construcción de una vida digna para la humanidad en su conjunto. Es fundamental, por tanto, facilitar el intercambio de experiencias y la formación política, estableciendo redes de trabajo con líderes de organizaciones políticas y de la sociedad civil organizada, tanto en nuestra región como a nivel mundial.

En conclusión, para avanzar en la construcción partidaria resulta indispensable un debate profundo sobre el escenario en el que hoy nos situamos y, desde allí, definir cómo posicionarnos en el concierto global y qué énfasis debemos establecer en nuestra política internacional. A partir de los aspectos que consideramos urgentes y prioritarios, podremos definir alianzas con otros movimientos, partidos y organizaciones, que nos permitan seguir proyectando lineamientos estratégicos para el ciclo político venidero. Dichos lineamientos permitirán regir las relaciones internacionales de nuestro partido en un diseño que oriente su quehacer político en los diferentes espacios de influencia donde hoy nos situamos, ya sea de parte de nuestras dirigencias partidarias, representantes en el actual gobierno y, por supuesto, también en el trabajo cotidiano de la militancia, tanto en Chile como en el Territorio Internacional.

*Antonia Mardones es académica de la Universidad de Tarapacá.

*Jenny Monsalve es historiadora (Universidad Católica).

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