Rossana Carrasco Meza / Primarias 2025: el vértigo de la democracia

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En el horizonte de las elecciones primarias de Chile en 2025, un aire de incertidumbre y desconfianza parece envolver el panorama político. Este proceso, esencial para el funcionamiento democrático, refleja el desafío profundo de repensar el rol del ciudadano en la construcción de un sistema que, lejos de responder a sus expectativas, se percibe cada vez más distante de sus necesidades y anhelos.

En este escenario, la izquierda enfrentará el reto de las primarias, un proceso que pondrá a prueba no solo la solidez de sus propuestas, sino también su capacidad para articular un proyecto común tras la competencia. Más que una mera disputa de nombres, estas primarias representan una oportunidad —y a la vez una exigente prueba— para construir alternativas concretas a los problemas más urgentes del país. Su viabilidad política dependerá en gran medida de su capacidad para debatir con profundidad y luego cerrar filas en torno a quien resulte vencedor.

Por su parte, la derecha chilena ha decidido marginarse de este mecanismo, lo que evidencia su incapacidad para alcanzar acuerdos y forjar un proyecto común. La fragmentación interna de este sector refleja una desconexión entre sus distintas facciones, incapaces de alinearse en torno a un rumbo claro. Esta falta de unidad contribuye al vacío de liderazgo y propuestas, acentuando aún más la sensación de desconcierto ciudadano ante un sistema político que no responde a sus demandas.

En este contexto, el pensamiento de Jorge Luis Borges y su visión de la travesía hacia el Simurg ofrecen una metáfora apropiada para entender el momento que vive la democracia chilena. En su célebre texto El Simurg (1), Borges describe a los peregrinos que, tras una ardua travesía llena de obstáculos casi insuperables —el Vértigo y la Aniquilación—, llegan finalmente a la montaña del Simurg. Allí descubren que el Simurg no es otro ser distante, sino que «ellos son el Simurg, y que el Simurg es cada uno de ellos y todos ellos».

Este viaje, plagado de dificultades y desesperanza, se asemeja al que deben recorrer hoy los ciudadanos chilenos para encontrar el verdadero sentido de su participación política. La ausencia de propuestas concretas y la fragmentación política reflejan una desconexión profunda entre la clase política y la realidad social. Las promesas vacías y las campañas reducidas a la forma, sin contenido ni sustancia, evocan el «vértigo» borgiano: ese miedo paralizante ante la incapacidad de lograr un cambio real. Conforme avanza la travesía, los ciudadanos deben enfrentarse también a la «aniquilación», esa sensación de que la política es un espacio cerrado donde sus voces se pierden entre promesas incumplidas.

Frente a este panorama, el desafío para los candidatos y candidatas es aún más relevante: deben convocar a la participación, romper con la apatía y generar una verdadera conexión con la ciudadanía. Esto exige un despliegue territorial auténtico, un contacto directo con la gente, donde las ideas se presenten de manera clara y convincente. No bastan las simples promesas: es necesario proponer proyectos concretos y visiones de país que despierten confianza en un futuro posible. Los candidatos y las candidatas deben construir liderazgo y transmitir la convicción de que pueden guiar a Chile hacia un mejor destino. Solo así podrán sortear el Vértigo y la Aniquilación que amenazan con consumir la política y la democracia.

La reflexión de Borges también ofrece una luz de esperanza. Los treinta peregrinos, a pesar de las dificultades, logran llegar a la montaña del Simurg y descubren que el poder reside en ellos mismos. Así, la democracia chilena enfrenta un dilema fundamental: los ciudadanos y las ciudadanas deben comprender que, más allá de las limitaciones de los candidatos y las candidatas, y las fracturas políticas, la verdadera fuerza reside en su participación consciente. Al igual que en la fábula de Borges, el cambio no vendrá desde fuera, sino desde una renovación interna, donde cada individuo, como el Simurg, sea parte de un todo colectivo.

El desafío, entonces, es entender que la democracia no es un espectáculo ajeno ni un simple trámite electoral. El rol del ciudadano no se limita a votar: debe ser protagonista activo de una transformación profunda, donde el verdadero sentido de la política surja de la conciencia colectiva y del compromiso genuino con los valores democráticos. La travesía hacia la renovación democrática será ardua, pero, como en el relato de Borges, solo quienes atraviesen el Vértigo y la Aniquilación descubrirán que el Simurg —el ideal de un país mejor— reside en su propia capacidad de unirse, cuestionar, proponer y transformar.

Así, las elecciones primarias de 2025 no serán solo un ejercicio electoral, sino un desafío vital para la ciudadanía chilena. Si logran trascender la desesperanza y la fragmentación, y comprenden que el futuro de la democracia está en sus manos, habrán superado el verdadero Vértigo y alcanzado una nueva cima, donde las soluciones a los problemas del país no sean solo promesas vacías, sino realidades construidas desde la acción y el compromiso colectivo.

(1) Borges, J. L. (1969). El Simurg. En El libro de los seres imaginarios (pp. 137-139). Editorial Losada.

*Rossana Carrasco Meza es Cientista Política (Pontificia Universidad Católica) y Magíster en Gestión y Desarrollo Regional y Local (Universidad de Chile).

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