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Conversamos con Bernarda Pérez sobre su balance y el que realiza la Dirección Nacional del Frente Amplio de los recientes comicios comunales y regionales. Bernarda Pérez es psicóloga y fue subsecretaria del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género en la segunda administración de Michelle Bachelet. Hoy integra la Dirección Nacional de Partido Frente Amplio, instancia en la que tiene a su cargo la estratégica tarea de la formación política.
¿Cuáles son a tu juicio y de la Dirección Nacional del Frente Amplio las principales conclusiones que se pueden sacar de esta elección?
R: El Frente Amplio nace en julio de este año y fue en el contexto de la fusión de los partidos y movimientos políticos que lo integran, y en un proceso de negociación electoral, que asumimos el desafío de llevar candidatos en todo Chile. Esta decisión nos planteaba un tremendo desafío como partido recién en formación. Disputar el poder implica enraizarse territorialmente. Levantar candidaturas en todo Chile, en medio del proceso de unidad, fue un gran desafío para el partido y creo que cumplimos bien.
Destacaría que si bien las fuerzas de izquierda y de centroizquierda somos mayoría, hubo algunas regiones en que la fragmentación no ayudó a obtener el éxito deseado como, por ejemplo, en el caso de los gobernadores regionales y eso será parte de evaluaciones más profundas que tendremos que hacer.
Hubo agoreros que esperaban una debacle. Lo cierto es que, desde el gobierno de Lagos, el oficialismo no tenía éxito en una elección municipal y en esta el Frente Amplio es la fuerza más votada del oficialismo, lo que nos da mayor solidez y nos desafía a crecer hacia ese mundo independiente de izquierda que viene del mundo social, y que se expresó en diferentes candidaturas. Esto es muy positivo para el Frente Amplio en el contexto del voto obligatorio y con el porcentaje de participación que tuvimos en esta elección. Es decir, revalidamos nuestra votación, pero ahora dentro de un electorado con voto obligatorio y eso es relevante.
Por último, esta elección ha mostrado que existe un mundo social y político de izquierda independiente con el cual hay que construir y sumar, y eso nos plantea un desafío para el futuro. Casos como el de Puente Alto o Renca dan cuenta de ello, pero no son los únicos.
¿Se cumplieron las expectativas del Frente Amplio en estas elecciones? Se muestra más fortaleza en grandes centros urbanos que en comunas rurales o medianas y pequeñas. ¿Cómo lograr una mayor implantación territorial del Frente Amplio?
R: Construir poder político local no es ni ha sido nunca una tarea fácil. De ahí que esta elección tuvo de dulce y de agraz. Por un lado, nos muestra como una fuerza que está madurando a pasos agigantados: la unidad hizo que apostáramos por candidatos militantes y esa apuesta nos consolida como partido y nos llena de orgullo esas comunas lideradas por compañeros y compañeras en donde la forma de hacer y de gestión tuvo una buena evaluación por parte de las ciudadanas y los ciudadanos lo que los llevó a optar por ellos. Así es como tenemos la primera mayoría nacional en alcaldes y en concejales.
Hay un modo de gobernar los municipios que va imponiendo un sello de Frente Amplio en términos de probidad, participación y buena gestión. Maipú es emblemático en este sentido.
Hoy gobernamos comunas con alta densidad poblacional, como lo es Valparaíso, Viña, Valdivia, Maipú y Peñalolén. También estamos gobernando comunas que teniendo menos densidad son muy relevante por las características urbano/rural que tienen. Esto nos permite proyectar la diversificación territorial del Frente Amplio, así como el sentido que tiene nuestro proyecto político en muchos territorios. También es cierto que tuvimos algunas derrotas que nos dolieron. Hay que aprender de esas experiencias.
Este fue un momento de consolidar el partido, ahora viene el abrirse al movimiento de la izquierda independiente, social y política, creando canales comunicantes de diálogo y representación.
Se dice que las municipales son el termómetro de las presidenciales. ¿Cómo queda el escenario para el próximo año?
R: El escenario del próximo año queda completamente abierto, con el desafío enorme de constituir mayorías. La izquierda y la centroizquierda son mayoría en este país, pero esa mayoría debe organizarse con unidad de propósito pensando en Chile y su gente. Ello implica también apreciar la pluralidad de liderazgos que se hicieron presentes y que corresponden a procesos sociales y políticos que emergen desde la sociedad y no desde los partidos políticos.
A la luz de estos resultados, ¿cómo evalúas la situación del gobierno que entra en su último año? ¿Requiere cambios en su gabinete? Si así fuera, ¿en qué dirección?
R: Los cambios de gabinete son resorte del ejecutivo, en particular del presidente, pero la realidad también indica que todos aquellos ministros, subsecretarios o directores de servicio que quisieran participar en la futura elección parlamentaria y asumir nuevos desafíos, deben renunciar antes del 15 de noviembre. En este contexto, la probabilidad de cambio de gabinete es muy alta.
No olvidemos que a este gobierno le tocó una elección popular en cada año. El contexto electoral ha sido parte común de la gobernanza. En este último año no dejaremos de gobernar, se tendrá que insistir en aquellos proyectos que son emblemáticos y que mejoran la vida de los chilenos y las chilenas, así como lidiar con la variable electoral que se comenzará a instalar.
Esto es especialmente importante porque parte de nuestra tarea es sacar a la derecha al pizarrón, demostrar a nuestro país cual es la verdadera cara de nuestros adversarios, desenmascararlos. Para eso, los proyectos que presentemos deben ser maneras de instalar los temas necesarios para el futuro de Chile que, si son rechazados por la derecha, nos permitirá demostrar a nuestro pueblo el porqué es necesario un gobierno y un parlamento al servicio de todos y no de unos pocos.