Rossana Carrasco Meza / Nueva York: una luz en la oscuridad

4 Min de Lectura

Son tiempos peligrosos. En muchas partes del mundo, el miedo se ha convertido en herramienta política: se multiplican los discursos que dividen, se normalizan los prejuicios y retroceden conquistas que costaron décadas de lucha. Frente a ese panorama, el triunfo de Zohran Mamdani, hace unos días en Nueva York, no fue solo ganar una elección municipal. Fue una señal. Una respuesta. Una luz en la oscuridad.

Mamdani, hijo de inmigrantes indios y musulmán practicante, hizo historia al convertirse enel primer alcalde de Nueva York de ascendencia surasiática: una imagen potente, profundamente simbólica, de una ciudad que vuelve a abrazar su diversidad.

Para muchos, su victoria representa una reprimenda directa al presidente Donald Trump, cuya política migratoria restrictiva y retórica de exclusión han avivado la división social. Pero más allá del pulso político, hay algo más hondo: Nueva York, la ciudad que sufrió las heridas del 11-S y la islamofobia que le siguió, eligió ahora a un líder musulmán, joven, de raíces inmigrantes y visión progresista. En tiempos en que la intolerancia avanza, ese gesto tiene la fuerza de una declaración colectiva.

No fue una victoria casual. Con una participación superior al 60 % de los votantes registrados —la más alta en veinte años—, la ciudadanía neoyorquina demostró que aún puede reaccionar. Y todo apunta a que fueron sobre todo los jóvenes quienes acudieron a votar en mayor número que en comicios anteriores, lo que refuerza la idea de que una nueva generación está dispuesta a involucrarse en la defensa de los valores democráticos.

Mamdani construyó su campaña desde abajo, recorriendo los barrios donde las desigualdades se sienten con mayor crudeza, apostando por temas que tocan la vida cotidiana: vivienda asequible, justicia racial, salud pública, inclusión. Ganó, además, enlos distritos más diversos de la ciudad, aquellos con mayoría de población negra, asiática e hispana. Su triunfo no solo fue electoral, sino también simbólico: la coalición social que lo llevó al poder es el reflejo mismo de la Nueva York real, multicultural, trabajadora y resistente.

Por eso muchos miramos hoy a Nueva York con esperanza. En un mundo que se derechiza, donde el autoritarismo se disfraza de eficiencia y el odio se viste de discurso patriótico, esta elección ofrece un respiro. Una ciudad que vota por un líder que encarna la pluralidad, el respeto y la empatía está enviando un mensaje al planeta: no todo está perdido.

Y ese mensaje debe resonar también en nosotros. A las puertas de nuestras propias elecciones presidenciales y parlamentarias, el ejemplo de Nueva York nos recuerda que los giros reaccionarios no son inevitables. Que las sociedades, cuando se movilizan y votan con conciencia, pueden marcar otro rumbo. Que aún es posible decir “no” al miedo y “sí” a la convivencia.

Nueva York vuelve a ser faro. Una isla luminosa en tiempos de sombras. Y para quienes creemos que el futuro depende de no rendirse ante el odio, esa luz —aunque distante— alumbra también nuestro propio camino.

*Rossana Carrasco Meza es Profesora de Castellano (PUC), Politóloga (PUC) y Magíster en Gestión y Desarrollo Regional y Local (Universidad de Chile).

Comparte este artículo
No hay comentarios

Haz clic aquí para cancelar la respuesta.

Salir de la versión móvil