Wellington Araya Strunk / ¿Estamos dispuestos a perderlo todo? La amenaza silenciosa de la segunda vuelta

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Los resultados de la primera vuelta han configurado un escenario que no admite lecturas tibias ni posiciones ambiguas. Como estudiantes organizados y conscientes de la realidad nacional, observamos con profunda preocupación cómo el mapa político se ha reordenado, situando a Chile ante una de las encrucijadas más determinantes de las últimas décadas. Lo que está en juego en este balotaje no es meramente la administración del Estado por los próximos cuatro años, sino la vigencia misma del pacto social y democrático. Nos enfrentamos a la posibilidad real de que una ultraderecha que desprecia lo público y lo colectivo tome las riendas de un país que ha luchado incansablemente por conquistar cuotas de dignidad.

El proyecto que tenemos al frente representa una amenaza directa a la convivencia. Bajo consignas de orden y libertad económica, la ultraderecha esconde una agenda de precarización sistemática de la vida. Su visión de sociedad considera que los derechos básicos son un gasto innecesario y que el Estado debe retirarse para dejar, una vez más, que el mercado decida quién accede a una vida digna y quién no. No podemos ser ingenuos ante discursos que, revestidos de novedades, buscan reinstalar lógicas del pasado que tanto dolor y desigualdad trajeron a nuestro pueblo. Intentan vendernos una libertad que es ficticia, pues no existe libertad posible cuando el miedo a enfermarse, a envejecer o a estudiar sin recursos paraliza a las familias. Esa «libertad» que pregonan es privilegio de unos pocos, no un derecho de todos.

Para nosotros, que habitamos las aulas y conocemos el esfuerzo de nuestras familias, esta amenaza toca una fibra sensible. Defender los programas sociales es defender la posibilidad de futuro de millones de chilenos. Hablamos de la gratuidad que permite estudiar sin la losa de la deuda, de las becas de alimentación, de los subsidios a la vivienda y de una salud pública que, aunque perfectible, no puede ser desmantelada. Somos herederos de una lucha histórica, desde la “Revolución Pingüina” hasta las movilizaciones feministas, y no estamos dispuestos a ver cómo se borran con el codo lo que generaciones escribieron con la mano. Permitir el avance de quienes buscan recortar estos beneficios no es una opción; sería entregar a nuestras familias a la intemperie y validar la idea de que la educación y la salud son bienes de consumo exclusivos para quienes pueden pagarlos.

Tampoco podemos obviar que este retroceso amenaza especialmente a las mujeres y disidencias, poniendo en jaque avances civilizatorios en igualdad de género, y desprecia la urgencia de la crisis climática, viendo nuestros recursos naturales solo como botín. Es aquí donde la candidatura de Jara se erige como una necesidad estratégica y ética. Apoyar a Jara en esta segunda vuelta es la única herramienta concreta para levantar un muro de contención contra el retroceso. Su programa ofrece la certeza de que el Estado seguirá cumpliendo su rol protector y de que no se dará ni un paso atrás en los derechos adquiridos. Votar por Jara significa asegurar que las transformaciones sigan su curso con responsabilidad, poniendo en el centro las urgencias de la gente común y no los privilegios de una élite que se siente amenazada por la justicia social.

Sabemos que en el mundo estudiantil y juvenil existe una legítima desconfianza hacia la política tradicional, pero hoy la indiferencia es un lujo que no podemos costear. El voto nulo o la abstención en este contexto histórico terminan siendo funcionales al avance de la ultraderecha. No da lo mismo quién gobierne. Hay diferencias sustanciales entre un gobierno que busca ampliar la protección social y uno que busca eliminarla. La neutralidad en momentos de crisis moral no es independencia, es complicidad con el retroceso. No es tiempo de pureza ideológica testimonial, es tiempo de defensa práctica de la democracia.

El llamado que hacemos desde el Frente Estudiantil es claro y urgente. Como simboliza nuestro escudo, alzamos el puño y el lápiz: fuerza y conocimiento para defender lo nuestro. Tenemos el deber generacional de defender lo logrado y de impedir que el odio y el individualismo se impongan como política de Estado. Por la memoria de quienes nos antecedieron en la lucha social, por la seguridad de nuestro presente y por un futuro donde quepamos todos y todas, nos movilizamos con convicción. Votaremos Jara porque Chile no puede, ni debe, dar un salto al vacío.

*Wellington Araya Strunk pertenece al Frente Estudiantil Coquimbo del Frente Amplio.

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