La última novela de Kim Stanley Robinson, The Ministry for the Future, desafía la dominación del realismo capitalista en el Norte global planteando una especulativa historia del futuro en la que la acción colectiva logra poner fin al capitalismo y salvar al mundo del cambio climático. Al imaginar una alternativa al statu quo, Robinson continúa una larga tradición de autores y autoras de ciencia ficción de izquierda que escriben ficción utópica.
Esta tradición se remonta al menos hasta Noticias de ninguna parte (1890) de William Morris, que narra la historia de una revolución proletaria que conduce a una sociedad ideal sin pobreza ni opresión. Sin dejar de ser distintos, Robinson y Morris comparten una perspectiva de la humanidad que vive gracias al trabajo, concebido como una actividad social que opera tanto en la naturaleza como en contra de ella. Todas estas obras, y las de toda una serie de famosos novelistas socialistas utópicos, que va desde H. G. Wells hasta Iain M. Banks, promueven la causa del socialismo al proveer a los lectores y a las lectoras descripciones radicales de una vida poscapitalista que es prácticamente imposible observar por otros medios.
La ciencia ficción utópica no solo presenta un modelo del futuro: también nos brinda una nueva forma de pensar la historia. La contratapa del último número de Tribune cita a Marx: «Desde luego, sería muy cómodo hacer la historia universal si la lucha se emprendiera sólo en condiciones infaliblemente favorables». ¿Y si hubiese una forma conceptual de reformular las circunstancias en las que nos encontramos? ¿Qué sucedería si dejamos de pensar la historia en relación con el pasado y empezamos a pensarla desde la perspectiva del futuro? Seguir leyendo…