A veces el futuro puede hallarse en lo desconocido, en lo que vendrá, pero en otras ha quedado atrapado en algún recoveco o pliegue del pasado y, entonces, hay que ir a buscar el futuro allí.
Esto último es lo que ocurre con Luis Emilio Recabarren, cuya muerte, hace cien años, conmemoramos el 19 de diciembre de 2024.
Hay, sin duda, muchos aspectos que se podrían profundizar para conocer más a Recabarren y aprender de él, pero uno que nos parece especialmente significativo para estos tiempos es lo que podríamos llamar su concepción de la política o el “método Recabarren”.
Sorprende en el quehacer de Recabarren un componente que pudiéramos denominar “integralidad”. Su presencia en un lugar (hoy lo llamaríamos “territorio”) significaba la creación de un sindicato, de una agrupación partidaria, de una mancomunal, de un grupo de teatro o algún tipo de centro cultural, la fundación de un periódico.
Todas estas acciones expresaban una visión de la política que afirmaba una cierta idea de anticipación, es decir de construcción en el presente de elementos propios de la sociedad soñada. Con el “método Recabarren” se intentaba conformar un ecosistema que permitiera a las trabajadoras y a los trabajadores luchar por sus derechos e intereses, pero también educarse, desarrollar acciones de ayuda mutua, generar sus propios medios de información, promover su expresión cultural, construir poder político.
Por otra parte, Recabarren concebía la política como una siembra, como algo que queda, que permanece, que crece y florece. Que trasciende, y traspasa generaciones. En este sentido, Allende retoma esta concepción que, en su caso, podríamos sintetizar en el propósito de constituir al pueblo en un sujeto político. Se trata de una forma de política donde, sin tantas elucubraciones teóricas, lo político, lo social y lo cultural están profundamente unidos e interconectados. Una política que se alimenta de la conflictividad social, pero que avanza más allá en la construcción de nuevas formas de sociabilidad y cultura popular.
Quizás en este plano el “método Recabarren” tenía algo de los anarquistas de esos años (aunque se diferenció de la corriente anarquista y debatió con sus representantes), por ejemplo, en la idea de la autogestión y de la autoformación. Es decir, en generar capacidades propias del mundo popular para resolver sus problemas y necesidades, más allá de lo que pudiera realizar el Estado.
También se debe destacar en Recabarren y su concepción de la política la combinación de toda esta práctica social y cultural ya descrita con la participación en los espacios institucionales. Recabarren fue diputado, electo en 1906 y luego para el periodo 1921-1924, y candidato presidencial en 1920.
Posiblemente, en aquellos años, no se hacía demasiadas expectativas en cuanto a las posibilidades de realizar cambios estructurales desde la institucionalidad, pero sí la veía como un espacio de denuncia y de generación de más influencia, un espacio del que no había que restarse. En este aspecto se distanció de manera clara del anarquismo, que abjuraba del Estado y de la institucionalidad política. La concepción autogestionaria de Recabarren no era contradictoria con participar de los espacios que la institucionalidad política ofrecía.
Qué duda cabe que los tiempos han cambiado, también las formas de sociabilidad y de representación política, particularmente con la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y comunicación.
Vivimos otro tiempo y nadie puede bañarse dos veces en las mismas aguas. Pero eso no significa que no sea posible recoger experiencias históricas como las que deja la trayectoria de Recabarren para pensar el sentido y las formas de concebir la política, sobre todo en momentos en que se ha vuelto tan lejana y poco honorable para la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas.
Recabarren pertenece al patrimonio universal de la izquierda chilena, como Allende. Ambos trascendieron por su legado a sus partidos de origen.
Un poco más de “recabarrenismo” puede ser muy oxigenante en este momento para todos los partidos de izquierda, especialmente si están en proceso de construcción y formación de su identidad cultural, ideológica y política.
Santiago, Enero de 2025.