La ferocidad de la infancia: Acerca de Un tenue aleteo de Dionisio Seissus (RIL, 2024
No es obligatorio que un libro de cuentos tenga una unidad interna; una correspondencia temática o de estilo entre sus distintos relatos. Cada cuento debe subir solo al ring y ganar la pelea (en lo posible por knockout, diría Cortázar).
Pero es cierto que luego de concluido un libro de cuentos se produce una impresión general y el intento de encontrar lo que tienen en común.
En este caso creo que lo que une a varios de los relatos del libro Un tenue aleteo es la infancia, no como ese lugar tantas veces representado como inocente y puro, sino más bien como ese momento de la vida marcado por el deseo desconocido y sin nombre, donde no existe mayor conciencia del peligro que acecha, o de esa violencia y crueldad con que se suele aprender cómo es la vida.
En el libro abunda ese relato de la infancia, o de la primera juventud donde muchas experiencias por las que todos pasaremos se aprestan a vivirse por primera vez.
Son los aprendizajes de la vida, con toda la ferocidad que a veces encierran. Esos minutos finales, antes de que la inocencia se pierda, por donde ya sobrevuelan los peligros, la amenazas, la vergüenza y la culpa.
Hay en varios relatos un retrato de la caída. De la expulsión de la niñez a una prematura adultez. En algunos ello ocurre con una violencia inusitada como en los cuentos “El Jorobadito” y “Dos cosas que debes saber, m’hijo”, dos de los relatos más logrados de este libro.
Hay que decir que el autor es magallánico y eso se hace presente en sus relatos. Ya sea en los paisajes de grandes extensiones o en alguna partida de truco hasta altas horas de la noche, o bien en ese retrato de amistades silenciosas que se tejen en el sur austral de Chile, en una casas ultra calefaccionadas, al compás de un trago y de un viento persistente.
La amistad o el amor son otros tópicos del libro. Pero esa amistad o amor que se vive en la infancia o en la primera juventud donde todo parece que va a ser para siempre, pero que un día simplemente se deshace, se rompe y nunca más se recompone, como en el cuento “Amigos para siempre”, otro certero relato.
Dionisio Ceissus trae a nuestra literatura una sensibilidad de los años 80 cuando algún cuento se interna en la política. Una época sobre la que se ha escrito poco.
En sus páginas se habla de 1986 o del “año decisivo”, de un rayado con spray, o de las escuelas del Konsomol, y otras referencias que pertenecen a un lenguaje ochentero. Referencias que quizás poco o nada dicen a las nuevas generaciones, pero para otros/as despiertan recuerdos, sueños y pesadillas, atmósferas. Ello está presente, por ejemplo, en el relato el “Año decisivo”, otro punto alto del libro.
Este es el primer libro de Dionisio Seissus. No todos los buenos escritores empezaron a hacerlo desde jóvenes, lo que resulta un gran consuelo y algo de aliento para empezar más tarde una producción literaria sin culpa y con optimismo. Se nota en este libro que Ceissus tiene cosas que contar, y eso es lo más importante, que tiene hartas historias guardadas y que casi siempre acierta en la forma de contarlas. Que más se puede pedir a un primer libro. Todo lo cual augura promisorias nuevas entregas.
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